¿Es posible vivir una vida en la que nos sintamos mejor? La necesaria gestión de emociones en el trabajo y en la escuela.
Las personas podemos aprender a disipar emociones negativas, podemos desarrollar habilidades de inteligencia emocional.
De modo que cuando ocurra una adversidad, la emoción negativa no persista más de lo necesario.
Con prácticas que desarrollan habilidades de inteligencia emocional se crean mejores ambientes escolares y laborales, tanto en las relaciones con los demás como en las capacidades cognitivas personales.
Es decir, desarrollando habilidades de inteligencia emocional y social somos más productivos, más proactivos, más predispuestos, tenemos más concentración, mejor retención de la memoria, más capacidad en la solución de problemas, y en general, nos enfrentaremos mejor a las situaciones que acontezcan.
Esto NO implica reprimir emociones, simplemente, nos ayuda a estar preparados para vivir los hechos que nos acontecen día a día.
La capacidad para controlar nuestras emociones, es por tanto, una habilidad básica que nos permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento.
NO SIGNIFICA AHOGAR O REPRIMIR EMOCIONES, sino REGULAR cuando pueden traer consecuencias negativas en una situación determinada.
El control de las emociones aporta una mayor tolerancia a la frustración y un manejo mejor de la ira, mejorando la capacidad para mejorar el enfado de forma adecuada.
Además, nos aporta sentimientos positivos con nosotros mismos y hacia los demás, mejor control del estrés y menor sensación de ansiedad social.
El mantenimiento de las relaciones sociales es una habilidad que presupone relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas (tener un trato adecuado con los demás).
Este trato correcto con otras personas dependerá de la capacidad para crear y cultivar relaciones, de reconocer conflictos y solucionarlos, de encontrar el tono adecuado y de percibir los estados de ánimo de los demás.
Esto es imprescindible, somos seres sociales, nos desarrollamos en sociedad, empezando por el núcleo familiar, y todo pensamiento, así como toda interacción despierta emociones.
Por todo esto, lo ideal sería comenzar ese aprendizaje en la infancia y que fuera una parte imprescindible del sistema educativo.
Lo ideal, sería que las empresas facilitaran a sus trabajadores herramientas para el desarrollo de la inteligencia emocional.
En mis sesiones aplico técnicas de mindfulness. Vivir el momento presente, aprender a concentrarse en ese «ahora» es imprescindible para dormir bien, par vivir mejor.
¿No crees?
**Fuentes principales:
GARCIA, M., HURTADO, P. A., QUINTERO, D. M., RIVERA, D. A., & UREÑA, Y. C. (2018). La gestión de las emociones, una necesidad en el contexto educativo en la formación profesional. Revista Espacios, 39(49).
Ryback, D. (1998). EQ: Trabaje con su inteligencia emocional: los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial y el liderazgo efectivo (Vol. 17). Edaf.